Una terrible tempestad
El día primero de septiembre de mil seiscientos cincuenta y uno me embarqué en aquel navío con destino a Londres. Nunca las desgracias de un joven aventurero, estoy seguro, empezaron tan pronto o se prolongaron tanto como las mías. Apenas había salido la embarcación de Humber cuando el viento comenzó a soplar de tal forma que las olas se elevaban de manera espantosa.
Hacia el mediodía, el castillo de proa sufrió los embates de las olas, y penetró en la nave abundante agua, tanta que una o dos veces tuvimos la impresión de que el ancla no resistiría. El capitán ordenó echar el ancla de emergencia, de modo que la nave se sostenía con dos anclas a proa y los cables estirados al máximo.
Entonces se desencadenó una terrible tempestad y comencé a vislumbrar terror y asombro en el rostro de los marineros. El capitán, atento a las maniobras para salvar el barco, entraba y salía de su camarote, situado junto al mío, mientras murmuraba para sí una y otra vez: "Señor, ten piedad de nosotros, es el fin, estamos perdidos", y cosas por el estilo.
Pág. 54.
El día primero de septiembre de mil seiscientos cincuenta y uno me embarqué en aquel navío con destino a Londres. Nunca las desgracias de un joven aventurero, estoy seguro, empezaron tan pronto o se prolongaron tanto como las mías. Apenas había salido la embarcación de Humber cuando el viento comenzó a soplar de tal forma que las olas se elevaban de manera espantosa.
Hacia el mediodía, el castillo de proa sufrió los embates de las olas, y penetró en la nave abundante agua, tanta que una o dos veces tuvimos la impresión de que el ancla no resistiría. El capitán ordenó echar el ancla de emergencia, de modo que la nave se sostenía con dos anclas a proa y los cables estirados al máximo.
Entonces se desencadenó una terrible tempestad y comencé a vislumbrar terror y asombro en el rostro de los marineros. El capitán, atento a las maniobras para salvar el barco, entraba y salía de su camarote, situado junto al mío, mientras murmuraba para sí una y otra vez: "Señor, ten piedad de nosotros, es el fin, estamos perdidos", y cosas por el estilo.
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